Lecturas para una semana difícil

Esta semana ha visto la luz un manifiesto del mundo sanitario, científico y periodístico exigiendo, básicamente:

Que no se apruebe ningún tratamiento que no haya demostrado, mediante ensayos clínicos reproducibles, unas condiciones de eficacia y seguridad al menos superiores a placebo

El origen del manifiesto está en unas declaraciones de Belén Crespo, directora de la AEMPS, en las que defendía la necesidad de regular los productos homeopáticos (cosa defendible) sin que tengan la necesidad (aquí viene lo gordo) de demostrar eficacia, calidad ni seguridad. Desde Docencia Calvià nos sumamos a la iniciativa del manifiesto, que cuenta ya con la adhesión de 162 blogs y con una amplia repercusión en redes sociales y prensa general, convencidos de que sólo las medidas (farmacológicas o de cualquier otro tipo, incluyendo formas de gestión, informatización, unidades clínicas, etc) que sean plausibles y hayan probado su eficacia y seguridad deben ser aceptadas de forma generalizada en la práctica habitual, dejando las no probadas como pasto de experimentación.

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Durante la semana ha habido otras noticias. Randy Schekman, premio Nobel de medicina 2013, lanzó su propia diatriba contra las prácticas de las principales revistas científicas en pro de su propio beneficio comercial más que en el de la ciencia.

descargaA través de Twitter nos enterábamos de las dudas surgidas sobre los ensayos clínicos que apoyan la utilidad de alguno de los fármacos de reciente aparición.

Nada menos que, explicado por @SIETES7

Diverses publicacions s’han fet ressò de possibles irregularitats i deficiències greus en la notificació dels resultats, que podrien haver afavorit al ticagrelor i la seva aprovació (Int J Cardiol 2013;169:145-6). Després d’avaluar l’informe de l’FDA sobre ticagrelor abans que fos aprovat, alguns autors van posar en relleu que els resultats que afavorien al ticagrelor procedien només de dos països i de les regions on l’assaig era coordinat per personal del laboratori fabricant, entre d’altres deficiències (Int J Cardiol 2013;169:4076-80)

En situaciones así, nos vuelve a la memoria la triste historia de El Comprimido, desaparecido a raíz de expresar una visión científica y racional sobre sustancias que en nuestro país se venden y se financian como fármacos mientras en otros no pasan del estante de complementos alimenticios de las parafarmacias.

la foto

Nos acordamos, también, de iniciativas como AllTrials, que reclama que todos los ensayos clínicos sean registrados y todos los resultados, positivos y negativos, sean publicados. Algo que entra dentro de la lógica más razonable y sólo puede redundar en el beneficio de pacientes y profesionales.

Se trata, pues, de la vieja aspiración de aplicar el viejo método científico a las prácticas médicas. Insistimos en la necesidad de aplicarlo a todos los campos de nuestra práctica, desde las prescripciones farmacológicas a las terapias de cualquier tipo, desde los modelos de gestión a la creación de unidades clínicas de cualquier tipo, del tipo de registro de historia clínica a la forma de acercarse al paciente. No todas esas prácticas pueden evaluarse idealmente mediante la técnica del ensayo clínico pero, respondiendo a dos grandes provocadores; Javier Padilla y Rafa Cofiño, sí que serán científicas (con métodos antropológicos, sociológicos o de otra rama del saber) las maneras de conocer su utilidad. La ciencia no asegura el conocimiento de la verdad absoluta.  pero es el camino menos tortuoso y fiable de acercarnos a ella con lo que sabemos en cada momento. Será mejor y más creíble cuanto más se base en pruebas independientes, replicables, concordantes con los conocimientos previos. Y, en nuestros tiempos, cuanto más abierta, clara y accesible sea.

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