Los pacientes con enfermedad crónica renal en diálisis están dispuestos a renunciar a siete meses de esperanza de vida si ello implicaba disminuir las visitas al hospital, y a quince meses si a cambio aumentaba su capacidad para viajar.
Hay aspectos de la enfermedad y de los tratamientos que sólo los pacientes conocen en profundidad. Ellos no saben de etiopatogenias ni de farmacoterapéutica, pero sí de lo que significa convivir con una enfermedad. Su voz debe ser escuchada y las decisiones deben ser tomadas de forma conjunta entre el profesional y el paciente.