Yo, aunque a mis hijos les parezca imposible, fui adolescente. Uno de esos flacos, poquica cosa, con algo de tísico romanticismo. Comencé entonces, aturdido por los cambios que mi mundo sufría, a escribir. Al principio como válvula de escape, como forma de traducir a palabras lo que sentía y así poder comprenderme. Después, sin dejar esa función, con infundadas aspiraciones de crear belleza y trasmitirla. Nunca logré el segundo objetivo, pero sí agradezco a la costumbre de escribir el haberme ayudado a descifrarme y a construir parte de mi forma de ser actual.
Michael Kirsch es un médico norteamericano que escribe. Y cuando no está escribiendo confiesa hacer colonoscopias. Tiene un blog llamado MD Whistleblower en el que a finales del año pasado escribió una entrada titulada
Why doctors should read
Nos anima a escribir desde la perspectiva de compartir todo lo que conocemos en nuestro trabajo diario sobre la condición humana; el dolor, la lucha, el miedo, el renacer. Se lamenta por el progresivo deterioro del arte de escribir. Echa de menos las cartas escritas a mano, con paciencia y laboriosidad, con anhelo de agradar, sustituidas por los teclados que aporreamos para comunicarnos por Twitter, SMS o correo electrónico. Hace poco tiempo tuve que dirigirme a un centro de salud inglés y un compañero, formado allí, me recomendó que el primer contacto lo hiciera a través de una carta manuscrita. Me pareció tan británico, educado y decadente. Manuscrita… hasta la palabra es bonita.
Twitter, que se comporta como una caja cuántica en cuyo interior rebotan memes en lugar de electrones, me trajo poco después una continuación al artículo anterior. Alguien (no recuerdo) recomendaba un artículo del BMJ de 2009
Why narrative?
John Launer, un GP inglés, reflexiona sobre las razones para practicar una medicina narrativa. Todos vivimos, pensamos y contamos nuestras experiencias en forma de historias. esto vale para otros campos del estudio y de la realidad, pero la medicina también se ha tenido que convertir en narrativa, convergiendo allí con otras ramas como la ética, antropología, sociología, humanidades médicas, habilidades de comunicación, profesionalismo. La medicina narrativa actúa como necesario complemento a la basada en la evidencia. Ni la narrativa ni los números pueden explicar el mundo por sí solos.
Yendo más atrás en el tiempo, en 2001 se publicaba en el JAMA
Narrative Medicine: A Model for Empathy, Reflection, Profession, and Trust
Rita Charon, internista con actividad en atención primaria, abogaba por la práctica de la medicina narrativa, lo importante que es contar y escuchar historias tanto para médicos como para pacientes. Para los médicos, esta práctica trae beneficios en su relación con los pacientes, siendo más capaces de escuchar la historia que nos cuentan con sus palabras, gestos y silencios, relacionarlos con otras historias y recuerdos propios o ajenos que conocemos y ser más capaces de afrontar las preguntas básicas del que sufre; ¿qué me ocurre? ¿por qué? ¿qué va a ser de mí?
Les ayudará también en su propio camino, identificando sus propias respuestas emocionales ante el dolor ajeno y dando sentido a su trayectoria vital. La medicina narrativa puede ser útil también en las relaciones entre médicos: en la investigación, en la docencia, en el trabajo colectivo. Nos contamos historias. Hacerlo, compartirlas, nos unifica, nos convierte en un cuerpo unido por un compromiso. Hablar sencilla, honesta y profundamente con pacientes, familias, médicos y compañeros de otras profesiones sanitarias, y con los ciudadanos nos permitirá encontrar las decisiones acertadas, describir todos juntos el sistema médico basado en la efectividad, la compasión y el cuidado que necesitamos.
Así pues, escribir. Contar lo que os ocurre, lo que veis que les ocurre a los demás. Salid del «varón, 57 años, que acude a consulta por…» y dad el paso a intentar entender, a intentar entenderos. Es la mejor, la única manera de poder hacer vuestro trabajo; ayudar.
Y si no os animáis, empezad por leer a los otros médicos que sí lo hacen. Leed el lirismo escondido en la moleskine de Rafa Cofiño, las crónicas africanas de Vicente Baos, los haikus de Salvador Casado, las historias de la residencia de la doctora Jomeini. O buscad los textos de clásicos escritores que eran médicos (o viceversa) como Oliver Sacks, Keats, Chejov, Rabelais, Schiller, Baroja, Celine. O textos médicos casi literarios como el Libro de Casos DSM-IV (en serio, a la altura de los mejores relatos médicos) O lo que escribieron escritores sobre sus propias enfermedades o las de los demás, como Thomas Mann, el hepatópata Bolaño
Escribir sobre la enfermedad, sobre todo si uno está gravemente enfermo, puede ser un suplicio. Escribir sobre la enfermedad si uno, además de estar gravemente enfermo, es hipocondríaco, es un acto de masoquismo o de desesperación. Pero también puede ser un acto liberador.
Poe, Lovecraft, Walser, Kafka, el migrañoso Cortázar
Congestionados, cara roja y caliente; pupilas dilatadas. Pulsación violenta en cerebro y carótidas. Violentas punzadas y lanzazos. Cefalea como sacudidas. A cada paso sacudida hacia abajo como si hubiera un peso en el occipital. Cuchilladas y punzadas. Dolor de estallido; como si se empujara el cerebro, pero agachándose, como si el cerebro cayera hacia afuera, como si fuera empujado hacia delante, o los ojos estuvieran por salirse. (Como esto, como aquello; pero nunca como es de veras).
Tolstoi, el depresivo Melville
Me pareció buena idea salir a navegar y ver la parte acuática del mundo. Así es como me libro del aburrimiento y regulo la circulación. Cuando hago muecas de tristeza; cuando en mi alma se instala un noviembre oscuro y húmedo; cuando me detengo frente a las funerarias y me pongo a seguir todos los entierros (…) entonces me parece mejor salir al mar lo más pronto posible. De ese modo sustituyo la pistola y la bala.
…que ganas tenia de encontrar algo como estas opiniones personales que tan identificativas son para mi.Muchas gracias,muchas gracias…En determinados momentos uso una «agenda particular manuscrita» en la que solo puedo escribir cosas buenas de mi mundo.Lo hago un poco antes de acostarme…(metaforicamente:¡que besito de mama!…a mi mas de 50 años).Gracias Bernardino